Artículo publicado en Acción Educativa Revista Pedagógica Nº 117. Enero de 2006.
El verdadero maestro no es depósito de conocimientos,
no es muro impenetrable que detiene las aguas,
sino el vertedor en demasías
de lo que en su alma es plenitud.
Juan José Arreola
Don Ángel Llorca fue un gran maestro, colaborador de la Institución Libre de Enseñanza y compañero de Bartolomé Cossío y Giner de los Ríos. Con la discusión de su legado, pretendemos recuperar la memoria pedagógica de España, recordando la figura de un gran pedagogo, poco conocido en España, pero de renombre internacional, que se codeó en su época con las más destacadas personalidades del movimiento de «La nueva pedagogía», que serviría de base a la creación de las llamadas «Escuelas Nuevas» y posteriormente de «Las Escuelas Activas».
Ángel Llorca fue colaborador y miembro activo de instituciones tan prestigiosas como la Institución Libre de Enseñanza, el Museo Pedagógico Nacional, la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigación Científica o el grupo escolar Cervantes de Madrid, del que fue director durante casi veinte años (1917-1936). Don Ángel Llorca fue considerado un ilustre representante del mejor quehacer docente de su tiempo, siendo gran parte de sus ideas y pensamientos aplicables a la escuela y la sociedad en la que vivimos.
El LEGADO ÁNGEL LLORCA, del que es depositaria legal Acción Educativa, está compuesto de proyectos, memorias, ensayos y escritos de la más diversa índole, desde teoría pedagógica, didácticas especiales o materias, guiones de clases, organización escolar (modelos de salidas y visitas a museos, estudios del mobiliario y material escolar, temas de formación y perfeccionamiento del profesorado diseño de actividades genuinas como las «Veladas familiares” o los «Recreos educativos»).
De la lectura de sus agendas, nos sorprenden sus reflexiones acerca de la Inspección Educativa, de las Escuelas de Padres y la Escuela de Adultos, de las cooperativas escolares y las colonias para párvulos, de las construcciones escolares y de las cooperativas, de los deberes y los libros de texto… y así una larguísima relación de temas sobre los que la institución educativa actual sigue reflexionando.
Es de destacar la vigencia, la contundencia renovadora, el vigor de su pensamiento. El sorprendente análisis continuó con originalísimos proyectos como las Misiones Pedagógicas -hito sin precedentes en nuestra historia educativa-, el Centro de Ordenación Pedagógica, las escuelas de pago con maestros públicos o las juntas de educación popular.
Es intención nuestra desde hace años dar a conocer la obra y la vida de este eximio pedagogo que supo aplicar los ideales de la Institución Libre de Enseñanza a la Escuela Pública.
Algunas de sus reflexiones escritas hace más de un siglo son tan nuevas que causan sonrojo a los que se creen innovadores y muchos más a los que siguen cerrando la Renovación Pedagógica a los vientos de la historia.
Esta sección, a la que desde ahora dedicaremos un espacio en nuestra revista, lleva el título de aquella célebre frase de Fray Luis de León al regresar a su cátedra de Salamanca. El escritor se quedaría perplejo ante un mundo tan radicalmente distinto al suyo, pero se encontraría a sus anchas en muchas de nuestras aulas.
Como decíamos hace más de cien años…
A los maestros en 1901 les decía: «Que los alumnos vean, que piensen, que hagan que hablen, mirar y ver. Hablar de lo visto, escribir y leer lo escrito, pasar de lo inconsciente a lo consciente, experimentar, construir, dibujar. La escuela ha de mover a la acción. Observar, pensar, contrastar lo observado y lo pensado, decidir para obrar».
Antes de que la LOGSE dijera que el niño es el arquitecto de su propio aprendizaje, Don Ángel Llorca ya decía: «Se educa el niño, no es el maestro quien educa».
Antes de que la LOGSE señalara la importancia del aprendizaje significativo, Don Ángel Llorca señalaba que «Se debe trabajar con hechos de la propia vida de los niños, de la vida de todos y de todo, el ir y venir a la escuela… el sol que nace todos los días…».
Nada humano me es ajeno, nos regaló Antonio Machado. Sin duda conocía lo que Don Ángel Llorca ya había dicho antes: «Me esfuerzo para que los niños no sean ajenos a nada de cuanto a su alrededor ocurre. Aspiro a que la escuela sea la imagen de la vida».
Como decíamos hace más de cien años…
Jesús Ángel Remacha
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