Grupo Escolar Cervantes
Este Grupo Escolar Cervantes, enclavado en la glorieta de Cuatro Caminos, fue junto al Grupo Escolar Príncipe de Asturias la primera “escuela de ensayo y reforma”; es decir, un centro impulsado desde el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes para servir de modelo a las demás escuelas del país.
Parte del equipo docente del Grupo Escolar Cervantes acompaña a Cossío en una visita al centro. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.
Patio del Grupo Escolar Cervantes en la hora de juego. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.
Escuela de ensayo y reforma
Abre sus puertas por primera vez el 15 de enero de 1918, tras dos largos años de obras, aunque las condiciones de funcionamiento básico se producen en 1921.
Los pilares que sustentan este modelo fueron:
- Un edificio ejemplar por su adecuación a las funciones que debía desempeñar. La construcción refleja la reforma radical de las construcciones escolares en las que prima el funcionalismo, el empleo de materiales baratos y el ideal de la escuela debe ser ante todo una “casa para el niño” y un elemento de inspiración para el maestro y la maestra.
- Regido por un Patronato que hace de mediador entre el Ministerio y la escuela.
- Enseñanza Graduada.
- Selección de profesorado según méritos y aptitudes pedagógicas con el propósito de reunir un grupo de personas inspiradas en el mismo ideal educativo y dispuestas a realizarlo lo mejor posible.
Tras un primer proceso de selección se incorporan al equipo Manuel Alonso Zapata, José César Rodríguez, Lorenzo de la Peña, Justa Freire Méndez, Joaquín García Ojeda, Emilio Gazapo Abelló, Elisa López Velasco y Dionisio Prieto Fernández. Posteriormente se incorporan María Alicia Brzezicka para las clases de francés, Ildefonso Prieto y Tomás de Santiago encargados de los grados dedicados a los alumnos mayores y a los que tenían dificultades de aprendizaje.
Durante el verano de 1925 todo el claustro del Cervantes realiza un viaje por Europa, becados por la JAE, para conocer las vanguardias de los reformadores de la educación. Este viaje supone el reconocimiento del Cervantes como una verdadera escuela activa y a Ángel Llorca como uno de los pioneros representantes de la Escuela Nueva en España. - Presupuestos especiales.
- Un proyecto educativo que se inspira en el modelo pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza para trasladarlo a la educación pública. A su vez, su adscripción al movimiento internacional de la educación nueva se refleja en la organización del centro, la puesta en práctica de actividades escolares y en la metodología activa desarrollada.
Clase de música. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.
Proyecto educativo
Tenía los fines generales de las escuelas graduadas de la época y los especiales de:
- Servir de práctica para el ensayo de nuevos procedimientos pedagógicos:
- Convertir la escuela en una verdadera casa de educación, una escuela abierta y un espacio para el encuentro. Para ello abría sus puertas doce horas diarias, incluyendo los festivos.
- Crear un ambiente educador.
- Llevar a cabo una enseñanza centrada en el alumno respetando su individualidad, que ayude a desarrollar al sujeto en todas sus facetas, fomentar sentimientos de colaboración y compañerismo, basada en la reflexión, trabajar desde la libertad y autonomía, estimular hábitos de observación y curiosidad científica; así como una actitud positiva hacia las realizaciones artísticas y culturales.
- Acercar el colegio a la vida en la naturaleza.
- Potenciar una atmósfera estética y acogedora que impulse el buen gusto y los valores artísticos.
- Desarrollar un proyecto de acción social educadora a través de:
- Propiciar una colaboración continua entre el centro y las familias, en la que destacan las veladas familiares que semanalmente llevaban a cabo para compartir formación, información, cultura y hacer comunidad.
- El comedor como una necesidad social y un espacio de educación espontánea para los maestros.
- Uso de la piscina, duchas y ropero.
- Biblioteca para el alumnado, sus familias y antiguos alumnos.
- Mantener vínculos entre los antiguos alumnos.
- Clases para adultos.
- Escuela de verano, como clases de vacaciones o colonia urbana.
- Facilitar que los niños y niñas vayan a colonias de verano en la playa o en la sierra.
- Servir de escuela normal práctica para contribuir al perfeccionamiento profesional y a la reforma de su hacer diario. Por ello, la visitan maestros y estudiantes para ver el desarrollo de la práctica educativa y, además, sirve de práctica de los cursos de perfeccionamiento, del Museo Pedagógico, de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas y de la Cátedra de Pedagogía Superior.
Destaca el ensayo de reforma del mobiliario escolar, que fue diseñado con la colaboración del Museo Pedagógico y construido en la escuela por los propios niños. Estos diseños fueron presentados en la Exposición Universal de Barcelona de 1929.
A partir de 1931 el equipo del Cervantes asume nuevos retos en la educación republicana para hacer extensiva esta experiencia a otras escuelas públicas. Fruto de ello es el hecho de que algunos antiguos maestros del Cervantes dirigen grupos escolares que funcionan con los mismos principios. Dionisio Prieto en el GE Pablo Iglesias, Manuel Alonso Zapata en el GE Nicolás Salmerón, Ildefonso Prieto en el GE Emilio Castelar y Justa Freire en el GE Alfredo Calderón.
Visita al parque de El Retiro. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.
Velada familiar. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.
El Grupo Escolar Cervantes en la Guerra Civil
Tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936 Ángel Llorca, a pesar de estar jubilado desde el 25 de julio, acude al llamamiento que hace el Gobierno de la República a todos los maestros de las escuelas públicas que se encuentren en Madrid y abre las puertas del Cervantes, al igual que se hace en otras muchas escuelas, el 27 de julio como residencia infantil.
Esta residencia abre sus puerta desde las 9 hasta las 19 horas todos los días de la semana para atender a niños del Cervantes y a otros niños que vagaban por las calles abandonados a su suerte. La condición para participar en esta experiencia era tener padres o hermanos en las milicias y no poder ser atendidos en sus casas.
Ángel Llorca definió este proyecto como una “acción social educadora” en la línea de la que ya venía funcionando en el propio Cervantes desde 1922. Estableció los criterios de funcionamiento desde una mirada pedagógica. Intentó convertir el centro en “una casa de educación” en el que, dada la condición de período vacacional, los niños realizaban actividades lúdicas con intención educadora.
Se dedicaba bastante tiempo al baño, a tomar el sol, a colaborar en el comedor, lecturas, actividades manuales y artísticas y una hora de tareas instructivas por la mañana y por la tarde. Todo ello desde una estrategia educadora en que los niños y niñas actuaban en igualdad.
Otro de los aspectos que tuvieron presente siempre fue el apoyo emocional a los niños y niñas, ya que en esta situación tan extrema tenían que adaptarse a una situación de tan alto riesgo físico como una guerra y para afrontar las pérdidas de seres queridos.
A mediados de septiembre de 1936 se inició oficialmente el curso escolar, que a pesar de los esfuerzos realizados por los maestros no consiguió una normalidad académica ya que era difícil olvidarse de la guerra.
Ángel Llorca dirige la actividad y se hace cargo de un aula, recoge esta experiencia con anotaciones rápidas en un diario escolar en las que refleja entradas tales como esta: “Del diario personal del otoño de 1936”, en Viejos papeles de Don Ángel Llorca, custodiados en nuestra Fundación:
Madrid 10 de noviembre de 1936. 12º grados de temperatura. Cielo azul. Sol brillante. Los días que vivimos en Madrid son históricos. (Disparos de cañones fuerte) (Los niños siguen trabajando sin alterarse) (Hablan unos con otros de lo que hacen). (Hablan con voz natural). De estos días de Madrid se hablará mucho en la Historia de Madrid, en la Historia de España y en la Historia Universal.
Un enorme cañonazo que no produce ningún efecto en los niños. Algunos solo dicen: Andaaa… y siguen su trabajo.
Les he repartido octavillas para que escriban cada uno lo que piensa de estos días y si alguno (un estampido enorme, los niños ríen, hablan, pero siguen trabajando) quiere dibujar, que sean dibujos pequeños. Las octavillas se encabezan escribiendo yo y ellos, la sección, la escuela, nombre y apellidos y años. Después lo que cada uno quiera.
Después del zambombazo fuerte han venido a buscar a algunos niños y a los demás se les nota, no a todos, cara de asustados, y no se sienten con ganas de escribir; pero más de la mitad siguen trabajando.
Son las once menos cuarto, aún quedan 27 niños en la sala trabajando en silencio o hablando en voz baja…
La última entrada en el diario del viejo profesor es del día 21 de noviembre de 1936, posiblemente el último día de clase en el Cervantes. Sabemos que a primeros de diciembre fue evacuado a Valencia con un grupo de intelectuales donde se dedicará, junto a Justa Freire, a organizar la vida de los niños evacuados de Madrid.
Así acaba la vida escolar de Ángel Llorca que define muy bien María del Mar del Pozo en el estudio introductorio que realiza en el libro las Comunidades Familiares de Educación. Un modelo de renovación pedagógica en la Guerra Civil:
Es verdaderamente curioso que Ángel Llorca, uno de los grandes entusiastas e impulsores de la graduación escolar en España, firme partidario de la creación de grupos homogéneos y de la aplicación de una organización sistemática que permitiera mejorar la eficacia de todos los procesos instructivos, culminase su carrera académica impartiendo clase a un conjunto absolutamente heterogéneo y desorganizado de alumnos, comparable a los de la escuela unitaria rural más primitiva y percibiendo, al mismo tiempo, cómo su obra pedagógica, el Grupo Escolar “Cervantes”, se desmoronaba con la misma rapidez con la que lo hacían sus esperanzas en el ideal republicano que había marcado su vida intelectual y su ideología personal.