Comunidades Familiares
de Educación

En diciembre de 1936, Ángel Llorca comentaba en un artículo que al día siguiente se trasladará “a un pueblo de la costa a seguir preparando la organización de una federación de comunidades familiares educadoras con niños evacuados de Madrid y en vista de un ofrecimiento de casas que fueron de veraneo marítimo”. Estas serían posiblemente las viviendas de El Perelló, que se estaban acondicionando como colonias escolares.

Preocupado por las devastadoras consecuencias de la guerra para la infancia se proponía llevar a cabo en las Comunidades lo que denominó como “una obra de educación, total o parcial” y para ello se proponía diseñar un plan pero, sobre todo, creando un “ambiente general educador presidido por características como “limpieza, alegría, belleza, orden, disciplina voluntaria, colaboración cordial, actividad creadora, superación” y, sobre todo, por una atmósfera de convivencia entre maestros, maestras, niños y niñas que permitiera aprender a vivir en comunidad y armonía. También daba mucha importancia a estimular la responsabilidad personal y a desarrollar la capacidad de autoorganizarse por parte de los niños y niñas.

Maestras
Grupo de maestras de El Perelló: Lola Granados, Elvira Beramendi, sin identificar, Marta, Ángeles González Echeverri, Josefina Calandre, Juanita Menéndez, Matilde Sotos y Carmen Sotos (de arriba a abajo y de izquierda a derecha). Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.

Así el 21 de enero de 1937 llegaron seis maestras, junto con Justa Freire, a las casas cedidas para iniciar la colonia escolar. Al día siguiente de su llegada el grupo de docentes comenzaron a arreglar las casas y las habitaciones, el trabajo que desplegaron fue enorme, puesto que tuvieron menos de una semana para poner en marcha una comunidad en la que vivirían alrededor de ochenta personas.

Las Comunidades Familiares se articulaban en torno a una Casa Central, que no solo era el centro de distribución de víveres, enseres y material, sino que también era el centro de la vida administrativa y la vida cultural, que estaba en manos de los niños y niñas “elegidos de aquellos que sean capaces, por su edad y conocimiento” y otras cuatro casas donde tenían las residencias.

En palabras de Ángel Llorca: “Mi plan, concebido con absoluta independencia pedagógica, tenía, al ponerse en práctica, una finalidad inmediata: alojar a los niños que me confiaron, en verdaderos hogares en donde no echasen de menos en lo más mínimo a sus familiares, de quienes forzosamente están alejados. Y como, al mismo tiempo, podía muy bien hacerse una labor educativa superior a la rutina pedagógica de siempre, he aquí cómo funcionan espontáneamente estas Comunidades Familiares de Educación. (…) La formación en fraternal comunidad evitaría en el porvenir desastres como el que padecemos hoy nosotros”.

Niños en la casa Central
Niños y niñas en la puerta de la casa central de las colonias preparando una visita. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.
Teatro
Representación teatral. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.

La mayoría de los colonos de El Perelló se encontraban dentro de los límites legales de la escolaridad obligatoria, lo cual implicaba que la colonia debía organizarse como hogar, pero también como escuela. La actividad instructiva se canalizó durante cinco horas diarias de clase, durante las cuales se impartían todos los contenidos del currículum oficial.

La colonia recibió frecuentes visitas de políticos y militares: Margarita Nelken, Rodolfo Llopis, el general Miaja, el alcalde de Madrid, el fiscal general Eduardo Ortega y Gasset… que conversaron con los colonos y se incorporaron a la vida de la colonia durante unas horas. Se sucedieron también numerosas visitas de nacionales y extranjeros pertenecientes a los comités de ayuda a la infancia española de Estados Unidos.

El Perelló sirvió como modelo al resto de colonias ya que la Delegación Central de Colonias acordó “que por ahora se haga algo en El Perelló” para la formación del personal de colonias, de manera que los maestros responsables viviesen directamente durante algunos días la experiencia junto a Ángel Llorca, observando su actuación, recibiendo orientaciones y aprendiendo a través de las vivencias generales.

También se decidió que los dos inspiradores de El Perelló, Ángel Llorca y Justa Freire, se trasladasen a otras colonias que se fueran creando “para permanecer en ellas unos días y ser orientadores en la organización íntima de las mismas”.

Calande con niños en el Perelló
Josefina Calandre con algunos niños en la puerta de una de las casas. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.
Niños jugando en la calle
Jugando en la puerta de una de las casas de El Perelló. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.

En definitiva, al igual que el Grupo Escolar Cervantes fue un centro de formación de docentes y un centro de referencia internacional, la Colonia Escolar de El Perelló, de la forma callada y humilde que constituía el sello personal de sus promotores, se había consolidado ya como uno de los ensayos pedagógicos más innovadores e interesantes de la España republicana.

En las páginas finales de su obra sobre las Comunidades Familiares de Educación, fechadas en octubre de 1938, el propio Ángel Llorca reconocía que “el ensayo se ha hecho en condiciones muy desfavorables por el momento, por el lugar, por los medios, por los niños, por los maestros. Todo ha conspirado para que el ensayo saliese mal: inseguridad, intranquilidad, nerviosismo, casas hechas con fines muy distintos de aquellos a los que ahora se destinaban y para un número de personas mucho más reducido, instalaciones inadecuadas y escasez de medios para nuevos acomodamientos, dificultades para el aprovisionamiento, personas acostumbradas a realizar su vida de muy diversos modos teniendo que convivir ahora para colaborar en una obra de educación total, dirigentes sin experiencia del gobierno de una casa en circunstancias normales obligadas a dirigirlas en estas tan anormales en el doble aspecto familiar y escolar sin previo acuerdo… y, sin embargo, del ensayo se ha sacado lo más importante, la prueba palmaria de que las Comunidades Familiares de Educación es el organismo educador que exigen los tiempos que vivimos”.

Maestras playa
Grupo de maestras en la playa. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.
Día de playa
Jugando en la playa. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.

El final de las Comunidades es conocido por todos. Ante el avance de las tropas franquistas las bajas comenzaron en la colonias. En la mayoría de los casos el padre o algún familiar venía a recoger a las criaturas por temor a su seguridad. El 1 de marzo de 1939 quedaban en la colonia 23 niños. Ese mismo día tres se marcharon a Madrid con el doctor Luis Calandre. Al día siguiente también salieron de El Perelló los 20 niños restantes acompañados por la maestra Josefina Calandre. Ángel Llorca, Justa Freire y algunas docentes más se quedaron para hacer el inventario y cerrar las casas. Las Comunidades Familiares de Educación habían durado 765 días y habían acogido a 76 niños en total, en el momento de mayor ocupación llegó a haber 67 educandos. Tras cerrar el inventario y cerrar las casas Ángel Llorca escribió: “Con esto quedan liquidadas las Comunidades Familiares de Educación de El Perelló, Valencia”. Así se enterraban no solo tres años de una experiencia pedagógica completa sino cincuenta años de sueños, ilusiones y esperanzas de un educador que vivió para la escuela e hizo de la escuela su vida. Un modelo de renovación pedagógica en la guerra civil que sirvió de referencia a otras experiencias que se han desarrollado en el ámbito internacional para atender a la infancia que sufre los rigores de una guerra.

Las notas para este texto han sido tomadas de:
  • Libro inédito Comunidades Familiares de Educación, en Legado Ángel Llorca. Fundación Ángel Llorca.
  • Estudio introductorio de Mª del Mar del Pozo para el libro Las Comunidades Familiares de Educación. Editorial Octaedro, 2008.
Fotografía de cabecera: Jugando en la playa. Legado Ángel Llorca, Fundación Ángel Llorca.